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Cicloperegrinos al Tibet

Peregrinar al Tibet en bicicleta se ha convertido para los chinos en una de sus aventuras preferidas, una especie de Camino de Santiago asiático. Muchos jóvenes sueñan con añadir esta hazaña en su curriculum aventuresco. Durante la primera semana de Junio coincidimos y pedaleamos junto con algunos de estos cicloperegrinos. Las siguientes lineas narran esos emotivos días:



Esa noche, el 2 de Junio, dormimos de nuevo en la tienda. En la provincia China de Yunnan son numerosas las posibilidades de acampar. Es una región inmensa, con una superficie superior a la de Alemania, poco poblada y en la que abundan las montañas y las zonas boscosas. Estas frecuentes acampadas suponen poder disfrutar aún más de la naturaleza, de la sensación de independencia y mantener a raya los gastos.


Nos levantamos temprano entre olores de pinares y eucaliptos, con el silbar regular de los trenes de una vía cercana y el olor intenso de la cafetera resoplando aroma. Con los ojos abiertos por la cafeína, emprendimos nuestro pedalear hacia el norte, dirección Dali, sin presiones y sin un destino fijo, relajados por la confianza que da la posibilidad de pinchar la tienda en cualquier bosque.

La carretera tenía bastante tráfico, en su mayoría turismos y todoterrenos asombrosamente parecidos a coches europeos. En realidad practicamente copias a los que yo trataba de idintificar su original. Existe una gran industria del automóvil chino, aunque yo diría algo carente de imaginativa. La propiedad intelectual no parece tener aquí el mismo valor que en nuestros paises. En su mayoria estas marcas chinescas tienen modelos que son réplicas casi exactas de modelos occidentales. También se ven algunos coches realmente europeos pero son claramente minoritarios.



Llegando a una pequeña ciudad llamada Jishan, entramos en un pequeño monasterio budista. En su interior había sonrientes mujeres de cabezas rapadas atareadas en la limpieza de las numerosas figuras y las estancias del templo. No había monjes varones. Se empeñaron en que le sacáramos fotos a todo, incluso a los Budas, cuestión que yo pensaba era improcedente en un templo budista chino. Ya en Jishan, una ciudad pequeñita, comimos la tradicional sopa de fideos chinos y volvimos a sentirnos Vips, recibiendo infinidad de miradas y saludos por todas partes. También nos regalaron en el bar en el que comimos dos botellas de agua mineral, tras preguntarnos sobre nuestro viaje con gestos y la ayuda de jóvenes clientes que chapurreaban inglés.


Salimos de la ciudad siguiendo, la carretera 320, que ya llevábamos pedaleando desde hacía unos dias. Tras las últimas casas de Jishan la carretera entra en una garganta y se bifurca en dos, discurriendo cada una de sus sentidos por diferentes márgenes del rio. Es algo que agradecimos mucho atravesando los numerosos, oscuros y estrechos túneles, sabiendo que no encontrariamos vehículos de frente.


A los lados del cañón la roca rojiza esta forrada de maleza. Grandes farallones despuntan entre los árboles y me recuerdan el paso de Despeñaperros. Sobre la carretera discurre una vía desde la que se escuchan regularmente los silbatos de los trenes. Un rio de aguas marrones fluye en el corazón de la garganta a unos 50 metros debajo nuestra, sus aguas cargadas de sedimentos bajan en sentido contrario a nuestro ascendente pedaleo.


Son las 14:30 y paramos a hacernos un café. Tratamos de administrar a la cafetera italiana la dosis mínima sin perjuicio de la calidad, por que no sabemos cuando volveremos a encontrar café. En China solo beben te y cuando,... consumen soluble.



Vemos acercarse a un ciclista chino bien equipado. Ligeras alforjas montadas sobre la parte trasera de una bici de montaña. Por primera vez en nuestro viaje vemos un ciclista chino viajando. Dejamos los cafés sobre la tierra y nos lanzamos a la carretera a saludarle, casi le obligamos a parar.

Empieza hablando chino, al ver que no entendemos, trata de escribir la lengua china en su móvil y como ultimo recurso un par de palabras incomprensibles en chininglish. Dung Vang, apenas habla inglés, pero logramos descifrar que su objetivo ese día era pedalear hasta Chuxiongzhou, a unos 60 kilómetros, y que lleva recorridos ya ese día 56 km. Nos quedamos muy sorprendidos al conocer su destino final: La capital del Tibet, Lhasa. Por qué quiere un Chino de etnia Han ir al Tibet? Nos preguntamos.


El cielo ha empezado a nublarse, nuestro peregrino a Tibet intenta explicarnos que le quedan muchos kilómetros y debe marcharse. Se despide con un ¨bai bai¨, mientras estamos ya atereados preparando un segundo café.


Cuando salimos del cañón, entramos en una miserable carretera, otra más de las muchas. En China se pasa en una pedalada del mejor asfalto de toda Asia, a las carreteras más infames del planeta tierra. Un asfalto agrietado, o más bien desecho, lleno de baches, gravilla, polvo, cristales, basura y camiones, que será nuestra pesadilla durante los siguientes 10 kilómetros.


En estas circunstancias dábamos las gracias a la materia que une las moleculas de nuestros neúmaticos, radios, bujes, trasportines, alforjas...y en general de todas esas partes que saltaban, crujian y mantenian su integridad y no se desbarataban.


Necesitábamos urgentemente hacer una parada para descansar. Y de repente nos mandaron ayuda aquellas fuerzas, angeles o dioses, que nos protegen a lo largo del viaje, escuchamos unas voces y silbidos que requerían nuestra atención a nuestras espaldas. Dung Vang junto a un nuevo peregrino ciclista con dos grandes macutos, uno a la espalda y otro sobre la bici, nos hacía seña para que nos paráramos. Había una tienda de comestibles, llena de víveres y de aldeanos en la que ellos se bebían sendos resfrescos.


Chiang Kan, el nuevo peregrino con destino Tíbet, viste sobrero de explorador trasnochado, pantalón de treking tibetano y conduce una bici antidiluviana de marca Bible biblia. Lleva un enorme macuto a la espalda y otro del tamaño de un cochino colocado en una estructura metalica artesanal sobre la rueda trasera.


Al ver que asombrados miramos sus enormes macutos, nos explica que en él lleva todo lo necesario para acampar y hacerse de comer para el caso de que las fuerzas le fallen y no pueda llegar alcanzar una aldea para pecnoctar.


A través una dificultosisima conversación entre interlocutores que no comparten un idioma común, vamos no obstante con gestos descubriendo que la peregrinación a Lhasa es bastante popular y que ellos no van a ser seguramente los únicos peregrinos chinos que encontremos en el camino.


Siempre había entendido la palabra peregrino en un sentido estricto, un viajero que por devoción o una promesa abandona su hogar, para con medios sencillos visitar un santuario o un lugar sagrado, normalmente ubicado en un lugar alejado. Esta concepción clásica del peregrinar con fuertes tintes religiosos, debe declararse en cierto modo obsoleta . El Camino de Santiago es un buen ejemplo de ello. Estos viajes han ido perdiendo el valor religioso tradicional, aunque no por ello hallan perdido su carácter espiritual. Son auténticos viajes interiores de autococimiento y meditación. Por eso me atrevo llamar a mis amigos los cicloviajeros chinos a Lhasa auténticos peregrinos. Otra cuestión es saber lo que piensan los Tibetanos respecto al flujo de peregrinos normalmente de etnia Han en su territorio.

La peregrinación a Tibet se hizo muy popular en China después de la película One Milla Above. La trama recuerda un poco a la película sobre el Camino de Santiago The way. El protagonista tras la muerte de su hermano en desconocidas circunstancias, pedaleando de camino a Tibet, promete terminar la ruta en su honor. La película es toda una colección de rocambolescas y emotivas desventuras en las que el protagonista sufre accidentes, robos, ataques de animales salvajes...


Los occidentales por desgracia tenemos prohibido viajar al Tibet de forma independiente, se debe ir acompañado de un guía, que en nuestro caso debería pedalear en bici o seguirnos en un coche, además de abonar costosos permisos. Esto podíamos quitarnoslo de la cabeza aunque ganas no nos faltaran.


Voviendo al relato que nos ocupa...Decidimos pedalear todos juntos tratando de hacer un pelotón en el que Chiang Kan, pudiera ir al rebufo del grupo más comodamente. Pero rápidamente nos dimos cuenta de que su peso y sus fuerzas, le hacian llevar un ritmo muy diferente al nuestro. Su método de pedaleo, tipo hamster era una especie de frenético molinillo que solo le permitía desplazarse a una velocidad de crucero de unos 8 km por hora.


El propio Dung Vang aconseja dejarlo a su suerte, y tras darle un fuerte empujón en una cuesta arriba le abandonamos, con algo de mala conciencia.


Al final terminamos adoptando ese día el destino de nuestro nuevo acompañante: Chuxiongzhou, pedaleábamos los tres juntos por una magnifica carretera china recién hecha y casi sin tráfico, turnándonos la cabeza del grupo.


Llegando a la ciudad, nuestro amigo no concibe la posibilidad de entrar y buscar un hotel como se hace hacia a la antigua. Él pertenece a esa nueva generación de viajeros que gestionan y planifican todo on line. Nos detuvimos a 2 km de la ciudad para reservar con el móvil un hostal en las cercanias para los tres. Desafortunadamente se tratará de un motel destinado a la prostitución. Este detalle no lo descubrimos hasta que regresamos de cenar.

3 de Junio

La manana del 3 de Junio, una vez terminado el montaje de las alforjas sobre nuestras monturas fuimos en busca de Dung Vang, pero ya había abandonado probablemente muy temprano el Hotel. El día anterior le habiamos comentado nuestra intención de no hacer más de sesenta kilometros y acampar en algún lugar boscoso junto a un lago en el camino. Pero él además de no tener tienda, disponia sólo 20 días para llegar a Lhasa a más de 1500 km.


Esa manana tuve la tercera crisis de barriga durante los cinco meses de viaje. Estabamos en una tienda buscando café para la cafetera de maquina y cereales para los desayunos, cuando de repete sentí un gran dolor en la barriga y las ganas incontenibles de pedalear buscando unos tupidos arbustos.


Solventado el incidente nos encontramos con el tercer peregrino al Tibet Kim Cho Du. Pedaleábamos de nuevo penosamente y desanimados, bajo un sol abrasador por una carretera por llamarle algo, llena de piedras y baches, cuando en sentido contrario el destino nos envió, un ciclista chino mayorcete, seguramente pasados los 65 que regresaba del Tibet y se dirigía a Vietnam. Su equipamiento incluia una gran cesta de plástico de supermercado atada con bridas bajo el manillar, un gran termómetro sobre la barra horizontal de la bici, una vieja cámara de fotos marca Minolta en una desgastada funda de cuero y dos alforjas de tela traseras a las que se unían mediante pulpos innumerables bolsas de plástico. Su cara dibujaba una enorme y contagiosa sonrisa que no se veía afectada ni por el paso de los camiones, ni por el polvo y ni por las malas condiciones de la carretera. Nos enseñó algunas fotos de su viaje y aunque no hablaba una sola palabra de inglés, el encuentro nos devolvió el ánimo y las fuerzas necesarias para poder seguir pedaleando.


Habíamos planeado acampar en las inmediaciones de un lago rodeado de pinos y eucaliptos que habiamos localizado por la manana en el mapa. Llevábamos agua suficiente para beber, poder ducharnos y abundante comida. Recorrimos el perimetro del Lago en el había algunos pescadores de cana, pero el desnivel del entorno nos hizo desistir de la acampada. Estabamos deslusionados, yo habia paseado 10 litros de agua potable, en los últimos 15 km para nada y para colmo rodeando el lago, pinche la rueda trasera. Siguiendo mis teorias conductistas pinchazo-café, estimulo-recompensa, pegamos el parche tomando un cafelito.


Al final tuvimos que aplacar todas nuestras ilusiones de dormir al aire libre, de escuchar los pajaros por la manana, de amanecer oliendo la hierva, de salir de la tienda entre flores y matorrales. En una aldea cercana encontramos un pequeño y económico hostal en el que pasamos la noche algo mal humorados.


4 de Junio

China es un país de fuertes contrastes económicos y sociales. Junto a una penosa y tercermundista carretera que une pueblos de relativa importancia, puede discurrir paralela una costosa vía férrea de alta velocidad. Junto a un vecino que vive en una auténtica mansión, puede vivir muro con muro otro en una ruinosa casa de adobe. Junto a un gran coche europeo de lujo, circular una familia al completo a lomos de una destartalada motocicleta.


Mientras los chinos en las ciudades viven con estándares similares a los europeos o norteamericanos, algunas zonas del campo parecen todavía ancladas en las fases iniciales del neolítico. Es fácil ver ancianos campesinos arando aún con bueyes o campesinas trasportando sobre sus espaldas durante largisimas caminatas, gigantescos fardos de paja.


En este ambiente agrario pedaleábamos por una lamentable carretera, en paralelo a unas espectaculares obras de una linea de alta velocidad, tren bullit que unirá en el futuro la ciudad de Kunming con las remotas provincias del suroeste, y a la que se hallaban destinadas cientos de maquinas y miles de personas. Una construcción faraonica que atraviesa escarpadas regiones através de inumerables puentes y túneles. Es como si China en su afán de modernidad tratara de saltarse etapas lógicas del desarrollo dejando necesidades básicas descubiertas y entregando a los sectores urbanos de las grandes ciudades, un mundo ultramoderno de servicios y productos de consumo. Si Mao levantara la cabeza y viera la boragine consumista que azota el país!


Nuestra carretera, que fue afortunadamente mejorando, empezo a subir entre pinos eucaliptos, pueblecitos de adobe y aldeanos vestidos de trajes tradicionales hasta alcanzar los 2450 metros de altura. Ya llegando casi a la cima alcanzamos aun viejo conocido Chiang Kan, el peregrino de los dos grandes macutos al que después de un empujón habiamos abandonado. Nos sorprendió que con su lento ritmo, hubiera conseguido tomarnos la delantera. Hacía en ese momento una pausa en medio de una largisima subida y nos paramos a su lado a descansar y charlar un poco.


Durante los dias siguientes, 5 y 6 de Junio llegamos a las preciosas ciudades de Xiangcheng y Dali. Xiangcheng fue una grata sorpresa. Una pequena ciudad que no aparece en las guias de viajes y que apenas puede distinguirse entre las lineas del mapa, nos recibió con entusiasmo, miradas furtivas y calurosos saludos. Nos cautivo desde los primeros minutos en que pedaleábamos buscando un lugar para pasar la noche. Apenas si habia turistas en su precioso centro empedrado, lleno de artísticos trabajos en la madera de las ventanas, puertas...olores a deliciosas comidas y gentes muy abiertas.

De Dali ya nos esperabamos su belleza, pues sobre ella abunda la información en las clásicas de viaje. Es una ciudad pegada al gigantesco lago natural Erhai. Posee un enorme centro histórico de antiguos y preciosos edificios de piedra gris, clasicos tejados chinos apuntados hacia el cielo y también muchísimos turistas venidos de los rincones más lejanos de la China.


Fue en el camino entre Xiangcheng a Dali donde nos encontramos con el cuarto cicloperegrino de nuestro recorrido. Fue exactamente en un Hostal al otro lado del lago Erhai, donde buscabamos alojarnos junto a un pequeño sector de escalada. Nos había sorprendido que los hostales y restaurantes junto al lago parecian misteriosamente cerrados.


Nos decidimos por entrar y preguntar en un sencillo Hostal en cuyo interior se veía cierto movimiento. Un timido, nostalgico y agrable joven chino, Huan Lu que podía hablar algo de inglés nos recibe y trata de explicarnos que la policia le ha cerrado el hostal, pero que por ser ciclistas nos puede arreglar una habitaciín y alojarnos. Aparecen dos personas mayores, los padres de nuestro anfrition y su esposa con un bebe, y se disponen a acondicionar una de las habitaciones de la primera planta.


Es un albergue para mochileros muy al gusto occidental, de sencillas y practicas habitaciones, adornado con fotos sencillas de viajeros a mochila, una pizarra para pinchar postales y dejar mensajes. Nos explica que a él tambien le gusta viajar en bicicleta y que hace cinco años viajo desde su ciudad, Guangyan en China central a Lhasa, más de 3000 kms en poco más de un mes. Cautivado por el ambiente de los cicloviajeros, tras terminar el viaje abandonó su trabajo como informático en una empresa de programación China, y con sus ahorros y la ayuda económica de sus padres y amigos, compró los terrenos en los que ahora se levanta el pequeño hostal que diseno y construyó con su propio trabajo. Durante cuatro años el Hostal había ganado fama entre el ambiente mochilero iba funcionando muy bien. El momento culminante había sido su inclusión en la conocida guia de viajes Lonely Planet China. Huan Lu y su esposa se habian casado y tenían un bebe de tan solo cuatro meses.


Lamentablemente esta sucesión de exitos e ilusiones, habían sufrido cuatro meses atrás un fuerte revés. El Lago Erhai y las poblaciones del entorno habían recibido la visita del presidente Xin Ping. Semanas después los hostales y restaurantes del entorno del lago, con un perimetro entorno a los 100 kilometros recibian la visita de un ejercito de inspectores que declaraban uno a uno su clausura y precinto. Los planes de futuro de la familia habían quedado destrozados.


Huan Lu nos acompanó a la zona de escalada junto a su albergue, que el conocia muy bien aunque nunca se había atrevido a escalar. Por el camino pudimos ver que se efectuaban entorno al lago obras de nueva canalización, por lo que deducimos que el problema era la deficiente eleminación de residuos fecales por los establecimientos, y que probablemente la clausura de los negocios fuera afortunadamente unicamente temporal.


Lo más sorprendente es que Huan Lu no hubiera recibido ninguna información de las razones de la clausura, oportunidad de compensaciones, posibilidad de adherirse a una asociación de afectados por la decisión gubernamental y que esta fuera imposible discutirla ante una autoridad imparcial, como nos fue explicando Huan Lu de camino a las paredes. Obviamente estos son derechos de los ciudadanos que no caben esperar en una dictadura. Yo trataba de explicarle esto a Huan Lu que no podia creerse la posibilidad de quejarse o asociarse contra la medida de los inspectores. Su única forma de manifestarse contra el sistema era la camiseta de Google, objeto número uno de la censura China.


En Dali y el hostal de nuestro amigo dimos las últimas pedaladas sobre la misma ruta de los peregrinos que suben desde el sur de China hacia el Tibet. Fueron muchos días más tarde, el día 4 de Julio cuando volvimos a entrar en la ruta ciclista al Tibet, que siguen los biciperegrinos desde la zona central de China hasta Lhasa. En el tramo entre Chengdu y Litang pudimos ver miles de ciclistas con alforjas que ascendian por las intrincadas carreteras de montaña bajo la lluvia, en medio de denso tráfico de camiones. La carretera G-318, convertida en camino de peregrinación, ofrecía en un paisaje de frondosos bosques y altas montanas, la estampa de miles de ciclistas y camiones competiendo el escaso espacio de la estrecha carretera montañosa.


Después de un mes y medio en territorio chino, nuestro visado iba llegando a su fin y era inminente la necesidad de dar un salto de unos 3000 kms, utilizando un medio rápido de transporte en dirección hacia las fronteras noroestes de China.


Tras una reflexiva conversación llegamos a la conclusión de que sin duda el medio debía ser subir nuestras bicicletas a un tren. No existe otro medio que haya inspirado más a la literatura o a la cinematografia y que permita mejor la observación relajada del paisaje, la conversación con el resto de pasajeros, los paseos e incluso poder degustar la gastronomía y la cerveza de un pais en el sugerente vagón restaurante...



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