El día que entramos en Laos
8 de Marzo de 2017
Chiang Khong (Tailandia) Guesthouse Latsance (Laos) 57km.
Antes de acostarme no podía pensar en otra cosa, mañana tocaba atravesar la frontera de Tailandia a Laos. ¿Qué nos esperaba en este nuevo país?. ¿Sería seguro dormir en la tienda, limpios los albergues, la comida salubre, la gente amable...? Como cada noche, en las últimas semanas estaba leyendo el Libro de Mathieu Ricard ´´En defensa de la felicidad´´, que me había acompañado con éxito todas las noches, pero hoy concentrarme en él era imposible.
Nos despertamos a las 6:30, por los altavoces instalados en todas las esquinas de las calles, sonaba una canción infantil. Después un discurso que todas las mañanas levanta a los ciudadanos de Chiang Khong explicándoles las medidas y proyectos que la municipalidad gestiona para el beneficio común. Esta semana el ayuntamiento regalaba coles para que los vecinos las plantaran en los arriates de sus casas (nos contó un vecino).
Tomamos para desayunar, como en los últimos dos meses un triste nescafé soluble. Cada mañana me pregunto porqué habremos dejado la cafetera de italiana de aluminio en España, tampoco pesaba tanto. Tomando café conversamos con el propietario de ''Funky Box'', el albergue de Chiang Khong en el que habíamos pasado la noche. Thai Chen nos cuenta que Chiang Khong era una prospera ciudad fronteriza. Muchos mochileros pasaban un par de noches, gestionando su visado antes cruzar la frontera a Laos. Esto era cuando aún no existía un puente para cruzar el Mekong que separa los dos países. Los viajeros tomaban un barco para cruzar la frontera fluvial entre Tailandia y Laos. Continua Thai Chen, fumador en cadena empedernido, explicando que hace un par de años con la ayuda de inversores chinos se construyo un inmenso puente, el conocido ''Friendship Bridge'' (puente de la amistad) que une las dos orillas. Lo peculiar es que se hizo sin una razón aparente a 10 km de distancia de la ciudad fronteriza original. El desplazamiento de la frotera esta apagando lentamente el romántico pueblo fronterizo de Chiang Khong, muchos turistas dan el salto a Laos sin parar a tomar un cafe o una cerveza en el pueblo. Los inversores chinos han construido edificios y viviendas entorno al nuevo puente, aunque la mayoría de ellos continuan aún vacíos. La gente se resiste a dejar sus casas y sus recuerdos en el viejo pueblo.
La noche anterior nos dimos una vuelta por el antiguo pueblo fronterizo de Chiang Khong. Pudimos comprobar que conserva todavía un gran ambiente mochilero, hay todavía bastantes viajeros, restaurantes y bares con música en directo, un mercado, sus ciudadanos se resisten a la desaparición .Mientras el ayuntamiento piensa que la solución es plantar coles en los arriates de los vecinos.
Como cada día hay que volver a meter todo en las alforjas, encontrar el lugar apropiado para cada cosa. El ordenador portátil debe ir con cosas blanditas, la chaqueta y el pantalón de agua deben estar a la mano, las herramientas también arriba... Cada día las tareas de llenar las alforjas es más sencilla y requiere menos tiempo. El peso es importante que esté equilibrado. Recuerdo que los primeros días de viaje coloque el material de escalada, y los repuestos de la bici en el lado derecho. Empecé a notar unas molestias de espalda que desaparecieron cuando me di cuenta de que el peso estaba totalmente desequilibrado hacia el lado derecho.
Nos ponemos en marcha hacia el ''Friendship Bridge'', pasados los diez kilómetros de distancia entre el viejo pueblo y el puente, vemos muchas construcciones nuevas desiertas como nos ha contado Thai Chen.
Lanzados para cruzar el puente en bici, nos detienen. El ''Friendship Bridge'', no puede cruzarse pie, y esto incluye ciclistas. Debemos subir las bicis en un autobús para recorrer el kilometro y medio que mide el Mekong y que separa las fronteras. Realizamos las gestiones de salida de Tailandia sin novedad, montamos las bicis en el autobús. Las tratamos de poner en los asientos traseros en los que nos sentamos, el bus iba lleno. Había un gran grupo de chinos y un hombre de Bangladesh que tenia en todo momento una gran sonrisa.
Los tramites en la frontera de Laos fueron rápidos y sencillos. Todavía recuerdo los complicados tramites en las fronteras de Ceuta o Tanger con Marruecos, con guias que tratan de ´´ayudarte´´ y los necesarios paseos, recorriendo la frontera de ventanilla en ventanilla para conseguir el apropiado formulario o sello. Nada de esto en Tailandia, Mianmar o Laos, todo es muy fácil y ´´sin ayudantes´´.
Empezamos a pedalear en Laos y lo primero que nos llama la atención es la elevada influencia china, en forma de escritura en los carteles publicitarios, señales de las carreteras o numerosos edificios tipo mandarín. Las carreteras están asfaltadas, algunos baches y poco tráfico de coches y camiones. Hay muchas motos con una, dos y hasta tres personas montadas. Familias enteras se desplazan en una sola moto.
Avanzamos país adentro por uno de los grandes ejes de comunicación en Laos, la carretera nº 3. Sorprendentemente la carretera tiene poco tráfico, bastante anchura, con un carril en cada sentido. Cada pocos kilómetros llegamos a pequeños poblados cuya calle principal es la propia carretera, la mayoría de sus casas son de madera, están elevadas sobre pilares, hay mucha gente en la calle.
No hay más asfaltado que el de la propia carretera que atraviesan despreocupadamente los numerosos animales domésticos que viven en ellos perros, gatos, cerditos, gallinas, vacas y cabras. El ambiente es totalmente rural. No hay apenas vestigios urbanos o de industrialización, salvo los vehículos de la propia carretera.
Nos adelantan algunos camiones con matrículas tailandesas que circulan en su mayoría en dirección a China. También algunos vehículos grandes, modelos europeos o japoneses, con llamativas matriculas azules, que después descubriríamos que proceden de China. Son hombres de negocios chinos en Laos que dirigen plantaciones de pantanos y otras explotaciones agrícolas. A ambos lados de la carretera se ven colinas y una densa masa forestal. Es el enorme Parque Nacional Nam Ha una zona protegida donde viven tribus de las montañas, que viven de la agricultura y pequeña ganadería de subsistencia. Necesitan del complemento de la pesca y la caza, prohibidas en el Parque.
Muchos niños juegan junto a la carretera, cerca de los coches y camiones. Todos nos saludan sin excepción, dicen ´´Sabeeidi´´, tratan de chocar las manos con las nuestras a nuestro paso. Al principio nos da miedo, después resulta divertido y ellos se ríen. También nos saludan muchos de los mayores. Somos recibidos como en el nuevo país como verdaderos VIPS procedentes de occidente.
También nos percatamos de que hay muchas personas celebrando algo en las casas, grupos de jóvenes y no tan jóvenes, sentados entorno a una mesa con música, cantan, comen y beben. Especialmente hay muchas mujeres, muchas más que hombres. Es difícil resistirse a pararse y hacer cientos de fotos.
En esta basta extensión al Norte de Laos solo hay una carretera, la numero 3. A izquierda y derecha solo vemos colinas y jungla sin fin, no se ven otras carreteras, otros pueblos, otras casas, solo vegetación. No hay pistas o caminos que se dirijan a otros lugares. Tampoco las vemos en nuestros mapas. Solo hay algunas casas de madera a la orilla de la carretera. Es difícil imaginar gente viviendo a 50 o 60 km del asfalto, lo único que se ve es una densa jungla.
Casi todas las casas a la orilla de la carretera tiene algo que vender, plantas, raíces, frutos, plátanos, sopa de espaguetis, galletas, bebidas refrescantes... Nadie pierde la oportunidad de hacer negocio junto a una carretera.
Conforme van pasando las horas vemos que en Laos se festeja algo, pero no sabemos lo que es. Llevan horas celebrando algo y no tiene fin. Vemos que ya hay gente que esta ya bastante borracha. Nos hace pensar en la posibilidad de que algunos conductores también lo estén, así que decidimos buscar urgentemente un Hostal.
Después de 7 kms encontramos un bar, con grandes pancartas de plástico ´´Beerlao´´ y en el que podemos leer ''Guest House Latsance'', es un bar en el que por supuesto hay una fiesta, huele mucho a cerveza y hay gente borracha. Junto al bar fuera están las habitaciones. El aspecto de la habitación no es el más deseable, pero queremos ducharnos y no es seguro continuar pedaleando sabiendo que todo el mundo esta bebido por la festividad que desconocemos.
Aceptamos tras inspeccionar la habitación y pagamos: 70000 KIP (9 euros). En Laos la moneda esta terriblemente devaluada y es habitual llevar varios millones en la cartera. Salimos a cenar, buscamos un lugar para comer en el pequeño pueblo en el que hemos parado, pasamos por un pequeño y precioso templo budista donde cinco monjes meditan. Tras mucho buscar encontramos un lugar donde comer. Existe un solo plato en la carta, aquí no es como en Tailandia donde la carta tiene una lista interminable para elegir, que será nuestra dieta fundamental los próximos seis días: sopa de espaguetis blancos finos chinos con verduras.
Al regresar a la habitación y ducharme me doy cuenta de que en el cuarto de baño habita una
araña del tamaño de la palma de mi mano. Salgo corriendo y cierro la puerta. Nos acostamos en la cama y descubrimos por los picores la presencia de pequeños y molestos insectos. Después de 10 minutos tumbado no paro de arrascarme.
Decidimos montar la tienda de campaña sobre el suelo de la habitación.
Estoy muy cansado, se escucha todavía el karaoke, hay gente cantando, bailando, bebiendo, y gritando, celebrando como sabríamos al día siguiente, el día la mujer trabajadora. Algo seguro muy importante para un país oficialmente comunista. Después de un día tan largo, nos quedamos dormidos rápidamente. Es fácil dormir cuando se esta muy cansado.