Bye Bye Myanmar !
Nos despedimos con pena de la antigua Birmania, una experiencia intensa en un país que nos ha causado sentimientos encontrados y que lamentablemente hemos tenido que abandonar prematuramente por un cúmulo de desafortunadas circunstancias: Infección de la picadura de una garrapata, problemas de estomago y barriga, y una avería irreparable en la bici por falta de recambios.
Siguiendo la conocida regla entre los viajeros: donde quiera que estés en Myanmar, Laos o Camboya, si necesitas un médico “o recambios para tu bici”, regresa a Tailandia!
Lo mejor ha sido la hospitalidad de la gente, hemos sido invitados casi todos los días: por la policía a bebidas energéticas, por jóvenes a hoja de betel, por la calle a botellas de agua fresquita, nos han pagado el desayuno, el almuerzo y la cena…Por todas partes querían una foto con nosotros o nos regalaban desinteresadamente una sonrisa amable para nuestras cámaras. Siempre hemos recibido pedaleando un saludo y una sonrisa, tanto de niños como de mayores. También de quienes trabajaban a la intemperie en las condiciones más duras, de las cuadrillas de trabajadores y trabajadoras que a 40 grados pican y ponen ordenadamente las piedras construyendo nuevas carreteras.
Las pagodas de cúpulas doradas invaden todos los rincones del paisaje, hemos visto una sociedad profundamente budista, pero a la vez respetuosa con otras religiones, templos budistas, cristianos, hindúes y musulmanes comparten en armonía la misma calle. Miles de monjes, de todas las edades, con una actitud serena y alegre, peregrinan cada mañana para llenar un cuenco metálico (su única pertenecía, junto a su túnica) de comida. Budismo en convivencia estrecha con el hinduismo. Hemos visto frecuentemente a Buda sentado junto a la diosa hindú Chiva compartiendo una misma repisa. Y es que en realidad por los caracteres físicos de la gente, sus ropas, sus comidas y templos, da la impresión de estar en un país de transición a la India.
La actitud de los burmaneses, como curiosamente también la de sus animales domésticos la hemos encontrado mucho mas tranquila, serena y a la vez curiosa que en la vecina Tailandia. En Myanmar a pesar del hermetismo político sufrido durante decenas de años, la gente puede comunicarse bastante bien en inglés y en la calle son frecuentes las conversaciones triviales del viajero con burmaneses que preguntan sobre el lugar de procedencia, cuanto tiempo lleva en el país etc...
Elementos culturales muy llamativos han sido la hoja de betel, esa mezcla ligeramente narcótica de nuez, tabaco y cal que mastican los nativos con ahínco, coloreando de rojo sus bocas. El thanaka cosmético natural de color amarillo, derivado del tronco de árbol del que toma su nombre, con el que tiñen de color amarillo sus rostros para protegerlos del sol y con fines esteticos. El Chinlone, vóleibol sin manos, que habilidosos jóvenes juegan por todas partes, es el deporte nacional de Myanmar que se juega con una pelota de ratán, que deben pasar al otro lado de una red con los pies o la cabeza.
Las fosilizadas carreteras, los puentes metálicos estilo colonial y otros muchos hechos de madera, los carros tirados por bueyes, los decrépitos vehículos que dejan una estela de humo negruzco, te transportan a decenas de años en la línea del tiempo.
Uno de los grandes problemas de Myanmar es la basura. La gente usa muchísimas bolsas de plástico, lo que probablemente antiguamente se envolvía en hojas vegetales, se envuelve hoy en día en plásticos, y todos terminan en las calles o en los ríos. Hay plásticos de embalaje por todas partes. Desde los coches se arroja de todo, como también se hace desde los trenes o paseando por la calle. Los burmaneses no llevan la bolsa de basura al contenedor, la lanzan desde el puente mas cercano al rio. Los ríos junto a las aldeas o los pueblos son auté
nticos basureros que se “limpian” a la llegada de las lluvias del monzón.
Otro gran problema en Myanmar son los desplazados, minorías forzadas a salir del país, tras años de lucha armada con el gobierno central. Es el caso de la etnia “Karen”, que reclaman autonomía al este del país. Tienen miles de desplazados en campamentos como Mae La (ciudad campamento en la que viven más de 60.000 almas) en Tailandia en la frontera junto a Myanmar, pero dejamos esta historia para otra entrada del blog.
Hoy pedaleamos atravesando las montañas del norte de Tailandia en dirección a Chiang Mai. Nos dirigimos exactamente a Mae On uno se los mejores lugares del sudeste asiático para escalar. Allí descansaremos nuestras agotadas piernas y pondremos a prueba nuestros dedos y brazos, que llevan un mes y medio de descanso.